domingo, 2 de noviembre de 2008

Que ahora opine el rey

Ahora le toca al rey replicar a la señora; que nos diga cómo piensa acerca de todas esas cuestiones. Jaime Richart | Para Kaos en la Red
 Esas sobre las que su pareja se ha despachado a gusto, Confiamos en que ésta, a partir de ahora y después de la nefasta confesión pública, cumpla su inútil función sólo para los que piensan como ella. Para el resto, mejor que nos olvide. Los que no profesan su catolicismo ni la retahíla del ultraconservador antes la ignoraban, pero es que ahora la odiarán.    España estaba partida: acaba de aparecer otro fragmento. ¡A quien se le ocurre! Sólo a una lenguaraz. Y el caso es que esta mujer había venido siendo una de esas figuras hiperrealistas del cuadro a las que sólo les falta hablar. Lo ha hecho después de 30 años, pero para dejar a medio país estupefacto por el atrevimiento y la insolencia mil veces más propios de una plebeya que del tacto del que blasonan las estirpes regias.    No sabíamos qué pensaba. Nunca se la oyó más que alguna observación escueta y aislada de protocolo. No se sabía de sus ideas personales, aunque se suponían. Suponíamos que no debía ser muy partidaria de los toros al no estar presente en corrida alguna, y que es vegetariana. Pero ha bastado la visita a su casa de una periodista para hacer un libro de la conversación, para saber quién es realmente esta inmigrante de 70 años que tras 30, no ha perdido el acento extranjero. Lo que le faltaba a la consorte por descubrir es justo su mentecatez. Los mentecatos lo son porque atribuyen su estulticia también a los demás. ¿Acaso puede llamarse "privadas", como dice la Zarzuela, a declaraciones hechas para ser publicadas?
  Esta gente de postín no sabe ni representar su papel. Y es porque en realidad no tiene sitio en el siglo XXI. El uno, hace un año, mandó callar a un jefe de Estado, y la otra infringe la regla más elemental de la diplomacia: la prudencia. No se discute su derecho a pensar como le plazca porque negaríamos el nuestro a hacerlo. Lo que es incalificable y torpe es vocear ideas particulares cuando se supone que quien reina para todos ha de pensar para todos. Esta señora injuria y defrauda al pueblo. La injuria está en hacer ostentación de ideas íntimas que nunca deben salir de la intimidad, y menos por voluntad propia. Sin embargo, lo que ha hecho esta necia es predicar. Por mucho que se escude en el derecho de expresión, ese derecho no es de ella...   Todos los que detestamos la monarquía soportábamos al personaje, como a su parentela, pensando que entre todos esos vividores ella era el más discreto. Pero sus declaraciones han echado por tierra esa impresión; uniéndose a partir de ahora a la inquina que tiene la inmensa mayoría a la institución monárquica, como se la tiene al Vaticano y a sus arzobispos…   Si el menosprecio de otro por su condición sexual, porque aborta o porque exige la eutanasia hoy es una abyección, ¡qué condición miserable no tendrá si quien propala su homofobia y se manifiesta contra el aborto y la eutanasia sin matices vive a cuerpo de reina a costa de homosexuales, de quienes se ven obligadas a abortar y de los que deseamos bien morir! Total, una necia despreciable que se escuda en la inviolabilidad constitucional de su persona.    Y la necedad es el rasgo más grave de un político. En este caso ha aflorado en una consorte extranjera incapaz de callar sus opiniones, pese a que cobra por callar y para transmitir la sensación a la nación de que reina para todos y no para un sector.   A partir de ahora las declaraciones sobre la renta deberían llevar una casilla donde se pueda indicar que no deseamos costear a la Corona. Al menos, antes de remover a esta pandilla de necios para proclamar la restauración de la República.

Verde democracia, verde monarquía

La democracia puede madurar, pero la monarquía no. La monarquía ha alcanzado su nivel de incompetencia: no puede, a estas alturas de la historia, madurar. Jaime Richart | Para Kaos en la Red | 1-11-2008 
  Desde su probada inmadurez lo único que puede ocurrirle es que se pudra...     Es lo normal. Treinta años apenas de experimento de la monarquía y de la democracia españolas son muy pocos para acomodarse fácilmente un pueblo a la opción psicológica e ideológica que el pueblo consintió en mucha mayor medida que aprobó, asustado por lo que se le podría venir encima si no se resignaba a su suerte… Desde luego, treinta años al lado de los siglos que la monarquía lleva en el Reino Unido (la Carta Magna data nada menos que de 1213) y de los más de dos siglos que, por el contrario, ha trabajado Francia para escapar a la tontuna anacrónica de la monarquía, son poquísimos años para no fracasar en el ensayo. Y el tiempo no da más de sí...   En España está cada vez más claro que esta monarquía, empalmada con la anterior, postiza y amañada, carece de futuro. Eso es lo que pasa. El revuelo -más bien provocación- levantado por la reina, no hay por dónde cogerlo. Casi todos titubean. Y el partido que más debiera denunciarlo para aprovechar la coyuntura proponiendo la re­forma constitucional que condujera a la República, ahora resulta que es el paladín o el es­cudero de la consorte de un monarca que ordena callar a jefes de Estado porque cree que está en el siglo XVI.   Las declaraciones y el comunicado nefasto de la Casa Real sancionan el derecho bastardo de una reina extranjera a excluir a millones de españoles de su consideración. Eso es más que un desliz o un error. Los monarcas y sus allegados no cometen errores: disparatan. Y esas públicas declaraciones son un disparate, como lo es todo lo no conforme a la naturaleza y lo forzado; todo lo impuesto, como las dictaduras, y todo lo inestable, como las componendas. Y disparate, forzada, inestable es esta monarquía. Los disparates que salen de ella equivalen a inmadurez. Lo sucedido es producto de lo verde que está aquí la realeza; producto también, de lo verde que están el partido filosocialista en el gobierno y el partido neoliberal en la oposición. Todo chapuzas; todo imprevisión, todo impro­visación. Todos los promonárquicos y los consentidores de la monarquía están sobrepasados.     Pese a que soy ultracrítico con la prensa, los medios y los periodistas, en este caso la única que se salva de la estupidez colectiva es la periodista Urbano, del Opus Dei. Se ve palpablemente que la andadura y experiencia de "la Obra" están muy por encima en crite­rio, de la insegura Casa Real. Una Casa tócamerroque donde es clara la escasa unión y el campar cada cual por sus respetos. Para colmo, el "entorno" de la Zarzuela que ha emitido el comunicado para salir al paso de las críticas pagando su fastidio con la perio­dista, es otro ente que campa por los suyos sin comprender el alcance de su torpeza.   De todos modos los republicanos estamos de fiesta. Nunca, desde las desmesuras de los reyes inconstitucionales y aun de los constitucionales, en este país y fuera de él, han cometido en poco tiempo tantos errores de imagen y prestigio como los cometidos por el rey, las hijas, el hijo, sus respectivas parejas y la consorte ahora.    Delenda est monarquia es lo que pide a gritos el sentido social y el sentido común. La libertad de comportamientos que se arrogan los personajes de la casta real y la libertad de expresión que practican son, por su propia naturaleza, incompatibles con el ejercicio tradicional de la monarquía. Porque no hay monarquías viejas y modernas, como no hay religiones monoteístas antiguas y religiones de última generación. Hay monarquías impuestas por la fuerza, como la que impera y soportamos en este país, y monarquías que se arrastran indigna y prostituyentemente para que viva una familia a cuerpo de rey con el consentimiento y la bendición de un parlamento. Es lo superfluo de la monarquía española que ni siquiera se ajusta al savoire faire, lo que, por encima de cualquier análisis, acaba de exhibir la Casa Real y el obsecuente gobierno que la respalda contradiciendo a su ideario republicano.   Total, los políticos están anestesiados y la monarquía moribunda... ¡Viva la República!

SALUDOS DEL PCE DE SALAMANCA

Un saludo para los camaradas de Asturias, para los que como nosotros sufrís una izquierda unida cada día menos combativa y menos transformadora, que solo pretende ser la conciencia crítica que legitima la injusticia. Nosotros, que como vosotros, sabemos lo que es sufrir la tiranía de unas direcciones de IU capaces de cualquier cosa por mantenerse en el cargo, os animamos en la lucha por una sociedad comunistan que es la mejor respuesta que podemos dar a quellos que les guataría que llevásemos años muertos. Salud y Revolución. PCE-Salamanca