miércoles, 17 de diciembre de 2008

Congreso de la Memória de los Nietos

Entre los días 16 y 22 de febrero de 2009, Todoslosnombres organizará en el Centro Integrado Pumarín Sur de Gijón el 1er Congreso “La Memoria de Los Nietos”.  Desde la asociación tenemos previstos hoteles y restaurantes a buen precio para los socios que tengáis que venir de fuera. Previa reserva, se podrá dormir en un buen hotel, en habitación doble por unos 35 euros y en individual por unos 25.     Habrá charlas, talleres, mesas redondas y se proyectarán varios documentales, pero sin duda, la actividad más interesante será la lectura de las biografías de nuestros familiares, víctimas de la guerra Civil o la represión franquista. De ahí el nombre del congreso.        Escritura de las biografías  Todos los socios tienen derecho a participar y pueden hacerlo de varias maneras.  Las biografías o reseñas, tienen que poder leerse en unos cinco minutos. No se trata de aburrir con datos y fechas, sino de hacer algo emotivo. Un sentimiento que cale en los presentes y que sirva de homenaje a los ausentes.  Lo ideal sería que estuvieran escritas por los mismos familiares, pero como en muchos casos no os sentiréis con fuerzas para hacerlo, hemos creado un equipo de personas sensibles, gente que sabe escribir y que con vuestra ayuda podrán hacerse cargo de esta tarea y si lo deseais, también de corregir las escritas por vosotros.  Paralelamente a la lectura, se proyectarán fotografías o documentos relacionados con la víctima, por lo que también necesitamos vuestra ayuda para poder ir reuniendo este material y trabajando con él.  La lectura puede correr a cargo de los mismos familiares, pero como sucede con la redacción, también tenemos compañeros y gente especialmente invitada para este fin, que podrá hacerse cargo de esa tarea de una manera brillante.  Los compañeros ya están dispuestos y las fechas se echan encima, por lo que os rogamos que nos escribáis un email o llaméis por teléfono (649 339224) diciendo que estáis interesados y así podremos ir repartiendo las tareas y adelantando el trabajo.     Los nuestros merecen este homenaje y tenéis nuestra palabra de que no les vamos a defraudar  Un abrazo  Luis Miguel Cuervo  Presidente de la Asociación Todoslosnombres

un video que recuerda lo que dio fuerza y dignidad a este partido, PCE

 Un video sobre la recostrucción del PCE. Hacia el XIII Congreso. www.youtube.com/watch?v=__jCho_wrwg

El PCA cree que el resultado del consejo político confirma el «aislamiento de IU de Asturias»

De Asís Fernández contrapone la «actitud integradora» de la nueva dirección con «el garrote que ha utilizado el sector 'llamazarista»

El triunfo del PCE en el consejo político federal de Izquierda Unida supone un cambio en la correlación de fuerzas que controlaban esta organización y un «aislamiento» de IU de Asturias dentro de la coalición. Así lo cree Francisco de Asís Fernández, secretario general del Partido Comunista de Asturias, que celebra el final de la etapa 'llamazarista' al frente de la formación.  «Se han creado las condiciones para terminar con la autocracia a la que Gaspar Llamazares sometió a estaa organización», explica. De Asís Fernández fue expulsado de IU después del enfrentamiento que el sector que representa mantuvo con la actual dirección regional de la formación.  Los denominados entonces como 'críticos' accedieron al control del PCA con el respaldo de la dirección nacional del PCE y después de un litigio con la anterior ejecutiva de los comunistas asturianos, encabezada por la hoy consejera Noemí Martín, sobre la validez del VIII Congreso del partido. El enfrentamiento derivó en las expulsiones de la mayoría de los miembros de IU de Oviedo -afines al PCE- de la coalición. El argumento ofrecido por la ejecutiva de IU era que nadie podía pertenecer a la organización si formaba otro grupo político distinto. Los miembros del PCA, no hay que olvidarlo, concurrieron a las urnas bajo las siglas de Asociación de Ciudadanos por la Izquierda. Su vuelta a IU parece «imposible», según han confirmado fuentes consultadas de la dirección regional, que ven inviable una «reconciliación» después de los graves enfrentamientos que han mantenido ambos grupos.  De Asís Fernández no quiere pensar en el regreso de momento. «Tienen que pasar muchas cosas», advierte, al tiempo que condiciona un posible retorno a que se produzcan cambios en la política, las reglas del juego y las personas. Cambios que se desarrollarán, recuerda, «bajo el aliento de la nueva dirección federal». «Es a esta ejecutiva a quién corresponde mover ficha», prosigue.  No obstante, avisa de que el PCA «no va a mendigar nada» y su propósito será continuar aplicando políticas cercanas a los ciudadanos.  Actitudes diferentes  «Izquierda Unida sin el PCE es imposible». El resultado del consejo político evidencia el fortalecimiento de estas posiciones en la organización. «Somos la médula espinal de IU», resume De Asís Fernández, que contrapone la actitud de esta nueva dirección con la que mantuvo el sector llamazarista con los críticos durante los últimos ocho años. «A pesar de la derrota sin paliativos que han sufrido, no hay voluntad de castigo», destaca el secretario general del PCA. «Integración y generosidad frente a lo que han hecho los 'llamazaristas' en Asturias que es manejar el garrote y dedicarse a expulsar a los militantes», afirma.  El resultado confirma, a su juicio, el «aislamiento de IU de Asturias, cuyo correlato a nivel federal queda reducido a un «exiguo» 27%, porcentaje de votos en blanco que recibió la candidatura de Cayo Lara como coordinador general de IU por parte del grupo compuesto por los afines al anterior líder de IU.  Después del tono conciliador empleado por ambos sectores tras concluir el consejo político, De Asís Fernández no se salta el guión e invita a todos a trabajar por la «refundación» de IU desde la integración.

LA CRISIS DEL SECTOR EXTERIOR

    Los datos están sobre la mesa, contundentes, demoledores, en un contexto de un crecimiento económico muy moderado y de la práctica ausencia de reivindicaciones sociales respaldadas por la lucha. En 1998, el año previo a la entrada en vigor del euro, la balanza de pagos de la economía española estaba prácticamente en equilibrio: se registró un pequeño déficit por cuenta corriente de 2.600 millones de euros. Seis años después, en el 2004, el déficit de la balanza por cuenta corriente, según los últimos datos del Banco de España, ha ascendido a 39.500 millones de euros, equivalentes al 5% del PIB. En particular, el saldo comercial, según dicha balanza, ha subido a 51.900 millones de euros, esto es, el 6,6% del PIB. El reconocido como uno de los más graves problemas de la economía de Estados Unidos, y por ello de la economía mundial, el déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente, en 2004, llegó a 665.900 millones de dólares, un 5,7% el PIB. El déficit comercial de la economía española es comparativamente el más elevado de todos los países industrializados.    Esta degradación del sector exterior puede estar afectada por algunos datos coyunturales, como puede ser el encarecimiento del precio del petróleo o la sensible apreciación del euro con respecto al dólar a lo largo de 2003 y 2004, con la desventaja que supone para las exportaciones de los países europeos. No obstante, sobre la evolución del precio del petróleo no hay que esperar caídas espectaculares de precios (en los primeros meses de 2005 se están batiendo récord y se llegan a hacer pronósticos que disparan el precio), ni tampoco cabe esperar una recuperación sensible del dólar, habida cuenta del agudo e imparable déficit exterior de la economía norteamericana. Más bien, con respecto a déficit de 2004, no cabe sino augurar un continuo empeoramiento en los próximos años, teniendo en cuenta algunos factores que están operando.    En primer lugar, por el propio desequilibrio ya existente, que se amplía con suma facilidad. Por ejemplo, para que el déficit comercial de 2004 no aumente en magnitud, considerando que los pagos por importaciones superan a los ingresos por exportaciones en un 35%, sería necesario que las exportaciones crecieran en el futuro 1,35 veces el crecimiento de las importaciones.   En segundo lugar, es conocido que la inflación española supera a la de la zona del euro es más de un uno por ciento anual (en febrero de 2005 la tasa anual del IPC de la economía española fue del 3,3%, frente al 2,1% de media de la zona euro). Esta diferencia, prolongada en el tiempo, con independencia de otros efectos, está socavando progresivamente la competitividad de la economía española frente a los países de la zona del euro, con los cuales tiene lugar la mayor parte de los intercambios con el exterior, tanto comerciales como de los servicios. Las exportaciones de mercancías al área del euro representan mas del 60% del total, y las de servicios casi el 45%.    En tercer lugar, hay que recordar que a partir de 2007 las transferencias provenientes de la Unión Europea, que alivian la magnitud global del déficit por su saldo positivo, se revisarán a la baja como consecuencia del nuevo proyecto de presupuestos poco prodigo que adoptará la Unión, complicado con la ampliación de los países atrasados del Este.   En cuarto lugar, empiezan a tener relevancia las remesas de los inmigrantes a sus países de origen, como en su día las tuvieron para al balanza de pagos española las entradas provenientes de nuestros emigrantes, una corriente de pagos que posiblemente está subestimada ya (por el montante de las transferencias que han de declararse) y que no hará sino aumentar en el futuro.   En quinto lugar, el déficit exterior significa un endeudamiento creciente de la economía española, que dará lugar a crecientes pagos por rendimientos de la deuda contraída, cualquiera que sea la modalidad de éste endeudamiento.   En sexto lugar, el fenómeno de la deslocalización de las empresas impulsado por la globalización neoliberal afectará negativamente al sector exterior español, pues la deslocalización la llevan a acabo prioritariamente multinacionales cuya producción se orienta hacia la exportación. La denuncia que vienen haciendo los trabajadores sobre el desierto industrial en que pueden convertirse algunas zonas no encierra visos de exageración y simplicidad. Los trabajadores de Miniwatt, por tener un recuerdo para ellos en estos momentos de su lucha contra el desmantelamiento de la empresa, no sólo defienden justamente sus puestos de trabajo, sino que pueden decir que están defendiendo los intereses generales al tratar de combatir la deslocalización industrial.    Y, en fin, cabría referirse a los múltiples estudios que van apareciendo, demostrando, con unos u otros rasgos, que la economía española está perdiendo competitividad por sus características y modelo de desarrollo (bajos gastos en investigación, desarrollo y educación, hiperactividad del sector de la construcción, mano de obra en exceso precaria, avance muy lento de la productividad, baja capitalización por trabajador, etc.)   Así, pues, la economía española sufre un agudo e insuperable déficit exterior cuyo significado es el siguiente. Por un lado, implica que el país demanda más que lo que produce, o lo que es lo mismo, que parte del gasto generado internamente se satisface a través de importaciones, con lo cual el potencial crecimiento de la actividad promovido por la demanda interna, el consumo y la inversión privados y públicos, se anula parcialmente por el crecimiento de las importaciones. Así, por ejemplo, en el año 2004, la demanda interna creció en un 3,4% en términos reales, mientras que el PIB sólo aumentó en un 2,6%: la diferencia, 0,8 puntos, alimentó el crecimiento de otras economías. Por otro, el déficit exterior significa que el conjunto de la economía por múltiples vías acrecienta su endeudamiento con el exterior por el montante de dicho déficit, lo cual no hace sino empobrecer, quitarle salud o socavar el futuro de dicha economía.    Estos aspectos negativos, cuando existían las monedas nacionales, la peseta en el caso español, se ponían de manifiesto por la perdida de las reservas de divisas y por la presión que la cotización de la moneda sufría en los mercados de divisas y su tendencia a depreciarse. Por así decirlo, la cotización de la moneda hacía las veces de un sensible fusible para indicar que el sector exterior había entrado en dificultades, con lo que ello refleja de la fortaleza o debilidad de una economía en el entramado internacional. Ahora, al existir una moneda común para muchos países, el euro, estos hechos quedan enmascarados, pues no hay problemas aparentes de financiación, no se pierden reservas, ni posibilidad de que se resienta valor del euro por las dificultades del sector exterior de un país secundario. No obstante, las consecuencias reales del déficit exterior son los mismas, con el problema de que al no manifestarse se acaba produciendo una degradación imperceptible del sistema económico que, con el tiempo, terminará expresándose con toda su gravedad y mostrando su carácter insostenible.   Decía un filosofo andaluz, por mas señas también torero, que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. El déficit corriente se ha multiplicado por 15 en los seis primeros años del euro. Pero no hace falta recurrir a la truculencia de esa cifra, que suele aparecer cuando se maneja una magnitud como el déficit, resultado de una resta de ingresos y pagos, para proyectar un panorama, no ya sombrío, sino impensable por lo disparatado. Si el PIB crece nominalmente cada año un 6%, mas o menos un 3% real y otro 3% de precios, y el déficit de la balanza por cuenta corriente se incrementase sólo el 15% anual a partir de 2004, una década después ese déficit representaría el 11,3% del PIB. Si se cargan las tintas y el déficit se supone que crece el 20% anual, en el año 2014 el déficit equivaldría al 17,3 % del PIB: una situación, un cuadro macroeconómico al que nunca se han enfrentado los economistas de un país. Y para evitar toda acusación gratuita de catastrofismo, cabe apuntar que el déficit corriente en enero de 2005 ha sido cinco veces mayor que el de enero del año pasado: un dato irregular y distorsionado en algunas partidas por razones de calendario, pero no irrelevante pues el déficit comercial aumentó en un 56%.   Ante este problema de fondo que arrastra la economía, complicado de modo decisivo precisamente por la inexistencia de monedas nacionales y la imposibilidad de modificar su cotización para con ello alterar la relación real de intercambio con el exterior y, por consiguiente, la competitividad de la economía, (la devaluación era, es, el recurso normal e histórico por medio del cual las economías atrasadas corrigen su déficit de balanza de pagos y recuperan posiciones en el mercado mundial), ante el problema, se decía, han surgido unas posiciones que, a riesgo de ser esquemático responden a los siguientes perfiles.   Por un lado están los que podríamos llamar descubridores del mediterráneo. Son conscientes de la gravedad de lo que acontece, pero encuentran en el hecho de la existencia del euro la mejor de las circunstancias y el mejor remedio posible. Muerto el perro, esto es las monedas nacionales, se acabó la rabia de las devaluaciones. Es una posición que goza de cierto prestigio intelectual, a pesar de su ingenuidad y de lo erróneo del enfoque. Con fecha 2 de marzo de 2005, un destacado analista escribía en el diario El País un artículo con título elocuente, “Déficit exterior récord”, que terminaba con la siguiente conclusión:   “La segunda pregunta obvia es que hubiera pasado si España, con un déficit por cuenta corriente de la balanza de pagos del 5,7% (era el penúltimo porcentaje hecho público) no fuese un país miembro de la Unión Europea y de la zona del euro. La respuesta es relativamente fácil. Nos encontraríamos con nuestra moneda, la peseta, fuertemente devaluada, con una tasa de inflación de más del doble que la actual, con los tipos de interés a corto y largo plazo dos veces superiores a los actuales, con un déficit presupuestario muy elevado y una deuda sobre PIB cercana al ciento por ciento. Probablemente estaríamos haciendo un fuerte ajuste de la demanda interna, que nos habría producido una recesión, ya que los elevados precios del petróleo con la peseta devaluada tanto más el dólar y con la fuerte dependencia que tenemos de él nos habría producido un déficit comercial de proporciones gigantescas que habría que financiar generando euros y dólares a través de las estas exportaciones, lo cual sería prácticamente imposible sin fin aumentar nuestra deuda externa”. Hasta aquí los argumentos o la ciencia-ficción económicos. Y como nada es gratuito, el autor redondeaba el artículo con la siguiente frase: “Y luego dicen algunos que los asuntos europeos no son importantes para España y que hay que votar no o abstenerse en el referéndum del Tratado Constitucional o no darle importancia a las elecciones al Parlamento Europeo”.    En similar línea, un columnista del mismo periódico escribía en las páginas salmón por esos días: “Si no estuviéramos integrados en la UME, esta situación (se refiere al 5,7% del déficit por cuenta corriente) sería insostenible y ya antes de llegar a ella hubiéramos visto nuestra peseta por los suelos y los tipos de interés por los cielos, con las consecuencias que ya conocemos de episodios similares anteriores”. Redondeando por su parte: “Si los españoles fuéramos conscientes realmente de lo que nos está permitiendo él pertenecer al club europeo, seguro que hubiéramos votado en masa el día del referéndum”. (Sería terrible que la izquierda en Francia, con su proverbial insolidaridad y desorientación, tumbase el Tratado sobre la constitución europea en el referéndum del 29 de mayo y nos dejase desarbolados, con la Europa de Maastricht sin blindaje y sin sacralización constitucionales).    Una segunda posición sería la de aquellos que enterados de problema no tienen nada que proponer digno de llamarse una alternativa o solución. Encabeza esta posición el gobierno socialista, que ante la manifiesta falta de competitividad de la economía española por razones históricas y motivos profundos, no deja de emitir señales de humo para elevarla. Reciente es la aprobación, en febrero pasado, de 100 medidas para mejorar la productividad y competitividad de nuestra economía, bastante insustanciales como lo prueba su excesivo numero, que se inscriben además en un denominado Plan de Dinamización de la Economía, que se aplicará a lo largo de la legislatura actual y se revisará cada año. Es una posición cantinflesca: lo mejor ante un incendio, como con sabiduría recomendaba el cómico mejicano, es llamar a los bomberos. El diario El País la resumía en una editorial sobre el desequilibrio exterior: “Razones hay, por tanto, no sólo para dinamizar la economía, sino, mucho más urgente, para modernizarla”. Difícilmente se puede estar en desacuerdo con que es necesario llamar a los bomberos para dinamizar y modernizar la economía.   La tercera posición es muy minoritaria. Tan minoritaria que públicamente no la defiende nadie, ni ninguna fuerza política y social, incluso de la izquierda. Es la que sostiene que la implantación del euro fue precipitada porque no había condiciones para pasar del mercado único a la unión monetaria, por falta de suficiente unidad económica en otros campos. Principalmente la falta de unidad presupuestaria, que es un rasgo que establece una diferencia esencial entre el ámbito de una economía estatal, con un mercado y una moneda únicos y un potente presupuesto (mas del 40% del PIB) con el que corregir las desigualdades regionales y personales, y la zona del euro, con un mercado y una moneda únicos, pero con un presupuesto comparativamente raquítico (poco mas del 1% del PIB de la UE) y con presiones para menguar. Es la que consideraba que en el euro se integraban un conjunto de países demasiado heterogéneos económicamente entre sí y la que defendía que una moneda común, esto es la desaparición de las monedas nacionales, implicaba, aparte de un corsé excesivamente rígido que haría inevitable el acoso a las conquistas sociales –se discute nada menos que la viabilidad del actual Estado del bienestar- , la perdida de un resorte fundamental para equilibrar los desajustes de la balanza de pagos en que normalmente incurren las economías más atrasadas.   La pertenencia al euro ha empezado a pasar la factura esperada, si bien más rápida e intensamente de lo que los más pesimistas vaticinaron. En el marco de la unidad monetaria, el problema del déficit exterior de la economía española no tiene solución. Antes al contrario, en el marco de la unidad monetaria la economía española está destinada a degradarse progresivamente, sin freno, hasta un punto en que la situación se haga realmente insostenible, como se ha dicho. Cabe recordar que la última recesión de la economía española, la de los años 92 y 93 (la tasa de paro en el bienio pasó del 17 al 24%), uno de cuyos ingrediente y motivos fue también un agudo déficit del sector exterior, tuvo remedio justamente a través de las sucesivas de devaluaciones de la peseta ocurridas entre 1992 y 1995 en el maremoto, el tsunami diríamos ahora, que sufrió el sistema monetario europeo en aquellos años. La peseta se depreció en un 20% con respecto a las de los países desarrollados entre 1991 y 1995, según las cotizaciones medias en esos años, más aun con respecto a las monedas integradas en el euro, lo que permitió que las exportaciones se recuperaran intensamente y sirvieran de catalizador de la demanda y la actividad. Nada de ello es posible ahora: la cotización del euro frente a otras monedas no depende, o depende en grado mínimo, de las necesidades españolas, y nada es posible hacer vía tipo de cambio para mejorar la competitividad con los países de al zona euro. Por expresarlo de un modo más general: anclada en el euro, la crisis del sector exterior augura una crisis profunda de la economía española. La única solución posible vendrá de una dura y traumática ruptura con el modelo ultra neoliberal que se ha impuesto en las últimas décadas, con el respaldo de políticos sin un mínimo realismo ni visión histórica y la connivencia de la mayor parte de las fuerzas políticas de la izquierda y los principales sindicatos. Tiempo al tiempo.